En el vasto y fractal universo de las oficinas, se esconden innumerables posibilidades de transformación. No obstante, cuando se contempla la metamorfosis hacia un entorno más acogedor y doméstico, se despliega un desafío que va más allá de la mera disposición de muebles o la elección de colores. Es un acto de reinvención que exige una mirada poética, casi quimérica, sobre el espacio y su potencialidad latente.
Al adentrarse en esta oficina-capsula, el visitante se sumerge en un ambiente surrealista, donde las líneas rectas se curvan, los colores parpadean y las formas se disuelven en el éter del tiempo.
Se comienza por despojar el espacio de su rigidez, liberándolo de las líneas rectas y la uniformidad opresiva. Las paredes dejan de ser simples divisorias para convertirse en lienzos en blanco, donde la imaginación puede fluir libremente.
El mobiliario, más que simples enseres, son artefactos tecnológicos que desafían la lógica y la gravedad. Un gran escritorio flotante articula el espacio donde las sillas ergonómicas se transforman en cápsulas de viaje intergaláctico de esta nueva estación de trabajo.
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